jueves, 31 de julio de 2008

Vacaciones, vejez

El día de San Ignacio empieza con grandes prodigios. En el banco me dan un billete de 200 euros y otro de 100, para hacer un pago. Los admiro como uno de pueblo que viene por primera vez a Madrid: su color, el dibujito de una puerta barroca (en el de 100) y de otra clásica (en el de 200), su tacto, ... Nunca te los dan en el cajero automático, casi nunca los ves. Lamentablemente, no llegan a estar ni 20 minutos en mis manos. / Un autobús público viene cojo, como con una rueda pinchada, con el eje inclinado hacia un lado (el lado del conductor): le han borrado la línea y el destino, gira hacia la cochera. / Voy solo en mi autobús, durante un buen rato, como un rico en su limusina.

.....

El fin del curso, la víspera de vacaciones, tiene siempre para mí un punto algo melancólico. Uno recuerda cuando empezó el “año”, en septiembre, y los grandes propósitos que se hizo, y ahora, al acabar, reflexiona sobre si ha hecho mucho, bastante o poco. Supongo que será igual que la vejez, la vejez de un viejo listo: ¿podría haber aprovechado más mi vida, cuando ya queda poco de ella? Repaso mi año, tantas tardes ociosas, tantas noches oyendo bobadas en la radio, tantos domingos de levantarme tarde, y las grandes cosas que me propuse y que no he cumplido totalmente. Por otro lado, doy gracias a Dios por las grandes cosas ocurridas este año, por los momentos de valor y de fuerza de voluntad. Como un viejo de 80 años, vaya.

La anterior reflexión lleva a un planteamiento práctico: como esos viejos que ven que podían haber aprovechado más su vida y no se desaniman, y siguen leyendo / ayudando / andando / viajando / rezando / mirando / escribiendo hasta el último día, así yo intento que mis últimos días de curso, de año, no sean días perdidos. No recuperaré el tiempo perdido en estos 11 meses, pero como dijo el italiano, Un buen final redime toda una vida. Ordeno el ordenador, llamo a gente, ordeno papeles, tiro cosas en casa, todo lo que si lo dejara para la vuelta, para septiembre, sería un lastre tedioso en el inicio del nuevo año. Como un viejo que sigue estudiando hasta el último día.

(Sí, ya lo sé: la comparación no es exacta. Por muy malo que haya sido el curso escolar, por muy crítico que se sea con uno mismo en julio, en septiembre siempre tiene otra ocasión, y al septiembre del otro año, otra más; en la vejez, como es obvio, no viene nunca un nuevo septiembre).

lunes, 28 de julio de 2008

Croquetas

Con santo entusiasmo, con todo el tiempo por delante de un domingo de julio, cojo mi libro de cocina y me dispongo a hacer croquetas. En todos estos años sólo me he atrevido a hacerlas una vez: quedaron bien, pero enormes, poco hechas por dentro.

Enciendo el fuego, pongo la cazuela, echo la mantequilla, echo el aceite, echo la harina, echo la leche, echo la sal, remuevo bien, y en poco tiempo está hecha la bechamel. La pruebo: está buena, pero demasiado espesa, demasiado engrudo. Echo más leche, remuevo bien, ya queda mejor, apago el fuego, vierto la pasta en una bandeja y la dejo reposar durante dos horas, como ordena el bendito libro.

Al volver a casa, echo en un plato el pan rallado y en otro los huevos bien batidos. Cuando cojo la masa para hacer la primera bola, se me cae entre los dedos: está demasiado poco sólida. La echo más harina, la meto en la nevera otro rato, pero en vano. Hago una bolita que no llega a ser bolita, la revuelvo en el pan rallado y la paso por huevo y otra vez por el pan rallado, la bola se va deformando según la toco, toda ella se llena de huevo y de pan, muy mal, pero al menos logra cierta individualidad. La segunda queda aún más deforme, y la tercera, según se van gastando el pan rallado y el huevo, no llega a tenerse en pie.

Inútil poner la sartén con el aceite. Mi comida dominical será una deliciosa bechamel líquida, con trocitos de jamón. No me desanimo nada: mi vida en agosto, en vacaciones, ya tiene un objetivo por el que luchar, haré croquetas día tras día, hasta que el 1 de septiembre, lunes, me queden perfectas, como para invitar a mis vecinas a merendar.

sábado, 26 de julio de 2008

Hugo Chávez en España

El Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha sido recibido cordialmente en España por el Presidente Zapatero y por el Rey Juan Carlos en su palacio de vacaciones de la isla de Mallorca. Éste último le ha regalado una camiseta con el famoso "¿Por qué no te callas?" de Santiago de Chile, con gran risa del mandatario bolivariano. La visita está dentro de una gira por Irán, Rusia y otros países igual de demócratas.

Yo no sé si, en una Cumbre de la Commonwealth, el presidente de un país africano hubiera insultado a Thatcher, hubiera tenido que intervenir Blair para defenderla, el presidente africano no le dejase hablar, la Reina Isabel hubiera tenido que mandarle callar y luego, al volver a su país, el presidente africano hubiera insultado a la Reina, a Blair, a los colonizadores ingleses y al Big Ben, yo no sé, me decía, si luego los ingleses, tan dignos ellos, le hubieran recibido cordialmente en Londres y la Reina le hubiera invitado a tomar el té a su castillo de Balmoral. Yo me temo que no. Si además en ese país hubiera una deriva hacia la dictadura, se hubieran ocupado las tierras de los británicos y se estuviera echando a las empresas británicas, estoy seguro de que no, de que no le habrían invitado a ir por allí.

Ha querido la casualidad que el candidato demócrata norteamericano, Barak Obama, esté haciendo estos días una gira por Oriente Próximo y por Europa, para darse a conocer. Este señor ha parado en Berlín y en París, pero no en Madrid, ni a tomar un café: quizá alguien le ha explicado que Zapatero no es una buena compañía para hacerse fotos, en vísperas electorales.

Nada más llegar al poder en 2004, antes que cualquier otra cosa, Zapatero proclamó que los soldados españoles en Irak se volvían a España ya, ya mismo, daba igual la situacion que crearan. Y, no contento con eso, poco después aconsejó a todos los países que estaban allí que hicieran lo mismo. Por supuesto, la invasión de Irak fue ilegal, pero si todos los países que están allí hicieran lo mismo, con Estados Unidos a la cabeza, allí se montaría una especie de Líbano, multiplicado por 10.

Bush nunca le perdonó, claro. Nunca le ha invitado a ir a Washington, y siempre que se han cruzado en una cumbre, todo lo que ha hablado con el español han sido frasecitas del tipo "Hola, amigo, qué tal", o "Hola, cómo te va", en español de Texas, como quien habla con su criado del rancho texano.

Parece, pues, que nada va a cambiar: gane Obama o gane McCain, nuestro grandes aliados van a seguir siendo la Venezuela de Chávez, la Bolivia de Morales, el Marruecos de Mohamed.

jueves, 24 de julio de 2008

Biografía del padre Arrupe

Tras un primer fracaso al intentar volver a la lectura, pruebo con un nuevo libro; gracias a Dios, consigo leerlo entero. Se trata de la biografía del padre Pedro Arrupe, General de la Compañía de Jesús de 1965 a 1983, escrita por otro jesuita español, Pedro Miguel Lamet.

Arrupe nació en Bilbao, España, en 1907. Empezó la carrera de Medicina en Madrid, pero pronto vio claro que aquello no era lo suyo, que Dios le llamaba a entrar en la Compañía. Así lo hizo, y al proclamarse la República española y disolverse la orden por la Constitución de 1931, hubo de exiliarse a Bélgica y Alemania, donde acabó sus estudios, se ordenó y empezó a ejercer.

Tras un breve paso por Estados Unidos, la Compañía aceptó lo que él había pedido desde el inicio: ir de misionero a Japón, en 1938. El libro narra maravillosamente su fascinación con la cultura japonesa, con el zen, con una forma de ver la vida que, de algún modo, completaba la visión europea que él llevaba. Antes de la Guerra hubo pocas conversiones, pero muy profundas, muy serias. Viene aquí la anécdota que más me ha gustado del libro:

Arrupe observaba que una japonesa, convertida reciente, pasaba muchas horas callada, ante el sagrario. Un día le preguntó que qué hacía tanto tiempo ahí, y ella respondió que nada. Como él insistiera en que algo tenía que hacer, ella concluyó: “¿Que qué hago? Pues estar”.

¡¡Estar ante Dios!!!

(Y una anécdota graciosa: a Japón iban novicios de todo el mundo, a evangelizar. El primer año había que dedicarlo a estudiar japonés, claro. Dos novicios iban por una calle, y vieron un cartel que no entendían. Se pararon y empezaron a buscar en el diccionario qué podría significar aquello. Desde la otra acera, los japoneses se iban congregando y se reían. Cuando al rato pudieron entenderlo, el cartel decía: “Prohibido pararse aquí”)

Arrupe vio casi en directo la explosión de Hiroshima, pues la casa de novicios que dirigía estaba a pocos kilómetros de la ciudad. Es tremendo el capítulo sobre el hospital de campaña que montaron en la frágil casa, con cientos de japoneses abrasados que no tenían a dónde ir, ejerciendo él de médico.

Tras la guerra, todo mejoró, Japón se convirtió en una sociedad más normal, más occidental, con mayor interés por la cultura exterior y por el cristianismo.

Tras 27 años ahí, donde llegó a provincial de la orden, en 1965 fue elegido Prepósito General de la Compañía. Los capítulos que siguen han sido para mí fascinantes, pues narran la dificilísima adaptación al Concilio: he tomado decenas de notas sobre un tema que me interesa mucho, las consecuencia del Concilio en la vida de la Iglesia, unas buenas, otras no tan buenas. Viene aquí la anécdota siguiente. La Congregación General [Parlamento interno] que estudiaba la adaptación de las Constituciones de San Ignacio a los nuevos tiempos se puso a discutir sobre la posible supresión o adaptación del 4º voto (obediencia ciega al Papa). El Vaticano les advirtió que no lo hicieran. Ellos siguieron. El Vaticano insistió. Ellos siguieron. Al final, el Papa Pablo VI le llamó, le hizo ir a su despacho, y sin darle opción de hablar, le ordenó copiar un texto, dictado por el Secretario de Estado, en que se ordenaba acabar con aquella discusión. Los jesuitas congregados obedecieron, y ahí acabó todo.

En 1981 el Papa Juan Pablo II intervino la Compañía, puso una especie de regente suyo al frente, y aunque Arrupe siguió de iure siendo el General hasta 1983, quedó confinado en la enfermería de la Casa central, ya muy enfermo. Vivió hasta 1991, cada vez más inválido, cada vez más espiritual.

martes, 22 de julio de 2008

Caridad

(Después de ayudar a una persona, intenta contarme su vida; no me interesa, le corto rápido)

Se me ocurre que para poder ser personas caritativas, nos hacen falta dos gracias de Dios, una ordinaria, otra extraordinaria.

Un primer paso sería: haz a los demás lo mismo que quieres que los demás te hagan a tí (Mt 7,12), día a día, en las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Este primer paso es muy difícil, y requiere que Dios nos dé una ayuda que podríamos llamar ordinaria.

Un segundo paso es: amarás a los demás como a ti mismo (Mt 22, 39). Esto es todavía más difícil, yo diría que es un paso titánico, no se trata de tenerles una vaga simpatía o un cariño abstracto, sino de amarles. Por esta tremenda dificultad para lograrlo, haría falta una gracia enorme, extraordinaria.

Me parece que el orden correcto es éste: ayudar a los demás como si les amáramos como a nosotros mismos, acabar amándoles como a nosotros mismos. No al revés, creo, no estar esperando a que les amemos y nos salga espontaneo ayudarles, pues eso puede no llegar nunca. Es posible, no sé, que a lo mejor uno nunca llegue al segundo escalón: a lo mejor toda tu vida estás luchando por ayudarles, y nunca llegas a amarles como te amas a ti, o al menos como amas a tus familiares o a tus amigos.

lunes, 21 de julio de 2008

Jornada Mundial de la Juventud

Dentro de tres años ... ¡¡¡nos vemos en Madrid!!!

Deo gratias, y que Él nos ayude a estar a la altura de las circunstancias.

Ah, y ... ¡¡¡viva Benedicto!!!

sábado, 19 de julio de 2008

Liquidación

Uno de los efectos más tristes de la grave crisis económica española es el cierre de los pequeños establecimientos comerciales. Los grandes almacenes, las cadenas de tiendas, estarán pasando unos meses malos, pero sobrevivirán; los pequeños comercios no. Algunos de los que cierran son los sitios en los que tú comprabas desde hace años, y eso te rompe el corazón.

Las cafeterías cierran de un día para otro. Las tiendas lo anuncian con tiempo, con un cartel en el escaparate que siempre empieza con la palabra "Liquidación"; en algunos casos se aclara que la liquidación es "total", en otros no. Curiosamente, tras andar mucho por Madrid, sólo he encontrado un cartel que diga la verdad: "Liquidación total por cierre". En los demás casos se miente y se dice:

"Liquidación por reforma"

"Liquidación por cambio de negocio"

"Liquidación por jubilación".


¿Se ve claro el truco? Se trata de apelar a cosas positivas, alegres, que en los tiempos buenos hubieran significado que el negocio iba bien: "porque gano dinero puedo hacer obras, porque gano dinero me puedo jubilar, porque gano dinero quiero ganar más cambiando el negocio". Ahora no: creo que se trata de que entres a comprar, a aprovecharte de los despojos, con la conciencia tranquila: colaboro en una buena causa, les ayudo a pagar la obra, a tener una buena jubilación. Las malas noticias ("por cierre") te quitan la alegría de gastar.

En medio de toda esta tristeza, sólo hay una cosa que te hace sonreir: las inmobiliarias, que tanto han abusado estos años,que tanto dinero fácil han hecho, han sido las primeras en cerrar (lo lamento por sus empleados, claro). ¿No es divertido ver que el local de la inmobiliaria A, que todavía tiene su cartel puesto, está ahora en alquiler por la inmobiliaria B, en una victoria póstuma de los enemigos?

jueves, 17 de julio de 2008

Desde la parada

Cuatro son los personajes que veo desde la parada del autobús, de camino al trabajo. Por orden de rotación:

Un dandy cachas, con gafas de sol aunque no haga sol, que te mira fijamente, que da vueltas arriba y abajo, que se acerca a los cubos grandes de la basura y los abre y los mira con atención. Los primeros días te da miedo. Luego, un día que el autobús se retrasa, comprendes todo: del garaje de la casa sale un cochazo, con conductor, que para un momento. En el asiento trasero va un tío viejo, con cara de magistrado del Supremo, leyendo el ABC. El dandy (es decir, el poli) se sube de copiloto y sigue mirando a todos los lados con mucha atención. Unos días van hacia la izquierda y otros hacia la derecha, supongo que por cuestiones de seguridad.

Una furgoneta de los servicios sociales del Ayuntamiento. De la casa del magistrado sale un chico con bata, empujando una silla de ruedas con una anciana, más vegetal que persona. A su lado camina, torpemente, el viejo marido de la mujer. De la furgoneta se baja el conductor y entre él y el de la bata cargan a la mujer, sillita incluida, en la parte de atrás. Antes de que se vayan, el viejo toca la pared del vehículo, como despidiéndose, y vuelve lentamente al portal.

El encargado gordo de la cafetería frente a la parada. Sale muy sonriente, mira a un lado y a otro, la mano siempre metida en el bolsillo derecho, cruza la avenida por el medio, sin ir al paso de cebra, vuelve a mirar a derecha e izquierda, sin sacar la mano del bolsillo, sólo le faltaría decir “Espero que nadie me robe toda la recaudación de ayer, que llevo aquí, en un fajo en el bolsillo” , y se mete en la sucursal de Caja Madrid que está detrás de la parada, a hacer el ingreso.

La vieja que vive encima de la cafetería, con mil macetas en cada balcón que riega todos los días, con el ramo de Domingo de Ramos que se va pudriendo hasta el Domingo de Ramos del año que viene. La vieja es super-católica y super-española, y los días grandes pone, según proceda, la bandera del Vaticano o la de España, lo cual está muy bien, porque piensas: “A ver, qué día importante es hoy, para la Iglesia, para España”. Hoy, por ejemplo, ha puesto la vaticana, y supongo que así seguirá hasta que acaben los actos del viaje del Papa a Australia. Con ella vive un hijo poco aseado, que no sé si mantendrá esta costumbre cuando ella muera.

lunes, 14 de julio de 2008

Salió el sembrador ...

Es curioso como muchas veces no vemos las cosas más evidentes en el Evangelio.

Ayer la lectura de la Misa fue la parábola del sembrador, cuya semilla cae en diversos tipos de campo (Mateo 13,1-23) (curiosamente, la comentó hace no mucho Juan Ignacio). Este texto siempre me ha gustado, y siempre lo he entendido como una opción de vida: a partir de cierta edad, cuando uno ya ha madurado su fe (o su falta de fe), el Evangelio es algo que no ha llegado a representar nada en su vida, o que empezó siendo algo prometedor y se arruinó por causas internas o externas o, en fin, es algo vivo, que da más o menos fruto. Pero, en definitiva, una opción de vida, algo definitivo que salvo casos de conversión o de abjuración estará ahí ya para siempre.

Fui a Misa a un pueblo de Madrid. El sacerdote oficiante era un hombre algo rústico pero, desde luego, se le veía con mucha fe, con mucho convencimiento. Cuando comentó el Evangelio, dio una perspectiva de la parábola que me dejó sorprendió: no como opción de vida, sino como etapas de la vida. Así, habría etapas de mucha fe, de mucho (o poco) fruto, de mucho compromiso con Dios y los demás; luego vendrían otras en que, por problemas externos (agobios, preocupaciones) Dios pasaría a un segundo o un tercer plano; luego otras en que Dios casi desaparecería de nuestra vida; luego otras en que volveríamos a tener mucha fe y a dar mucho fruto; luego ...

Me quedé muy sorprendido, claro. Casi podríamos definir nuestra vida, en cada momento, con una frase u otra de este Evangelio: épocas de pedregal, épocas de tierra buena, épocas de asfalto, ...

Por la noche lo comenté con un amigo muy católico, y se quedó sorprendido de que me hubiera quedado sorprendido: a él también le parece evidente y fácil de ver el luminoso sentido que dio el cura.

Menos mal que estuve atento en la homilía.

viernes, 11 de julio de 2008

El Amigo del Blogger

Escribo en el blog con santa libertad, porque ningún conocido mío conoce su existencia. A veces, cuando cuento algo de alguien, o algún viaje o alguna reflexión en la que ha participado algún amigo, algún familiar, algún compañero de trabajo, me pregunto: “¿Qué pasaría si esta persona leyera algún día este post?”

Doy un paso al frente y me imagino un cuento, en que un Blogger lleva un blog en que escribe con santa libertad, pues ningún conocido suyo conoce su existencia. Un buen día, un Amigo del Blogger descubre casualmente el blog, quizá buscando alguna palabra en el Google. Aunque no figura el nombre del Blogger, este post le resulta familiar (el mismo viaje que ambos hicieron juntos), el otro también (la discusión que tuvieron sobre tal libro), y el de más allá (la duda que el Blogger tuvo sobre qué coche comprar, que planteó al Amigo y también a los amigos lectores del blog): comprende que el dueño del blog es sus amigo, el Blogger. Se pone a leer todos los posts, del primero al último, y descubre una faceta desconocida del Blogger, que siempre ha escrito con santa libertad, que siempre ha mostrado su auténtico yo: aquella película que vieron juntos y que el Blogger dijo que le había gustado pero realmente no le había gustado; aquel viaje que el Blogger dijo que había sido muy interesante pero que realmente le había defraudado; aquella opinión que el Amigo le dijo y que el Blogger le alabó, pero que luego comentó en el blog diciendo “Un amigo mío me ha dicho la siguiente tontería ...”. Y, sí, el Amigo ve pronto que ese “Un amigo mío” que es él sale en muchos posts.

Desde ese día, el Amigo se hace adicto al blog del Blogger. Quiere saber lo que realmente opina el Blogger sobre las pelis, las charlas, los viajes, las comidas que ambos comparten. No sólo eso: empieza a vivir las experiencias con el Blogger como un espejismo, como si lo realmente importante fuera lo que va a decir el blog al día siguiente: “¿Qué dirá mañana el blog sobre esta montaña que estamos subiendo? Ojalá ya estuviéramos arriba, ojalá ya bajáramos, ojalá ya fuera mañana para ver cómo lo cuenta”.

Un día, el Amigo, en su locura, da un paso más, y empieza a entrar como comentarista en el blog del Blogger. Se inventa un nombre, Comentarista, con el que siempre entra. Y así, si el Blogger cuenta: “Un amigo mío tuvo ayer un arranque de ira incomprensible con un viejo”, Comentarista comenta “Hay que comprender a ese amigo tuyo, quizá su abuelo le pegaba de pequeño y odia a los viejos”, cosa que -efectivamente- le ocurrió al Amigo. O bien, el Blogger cuenta “Un amigo mío me invitó ayer a cenar a su casa y dejó quemar el pollo”, a lo que Comentarista, o el Amigo, ya no sé, dice “Hay que comprenderle, quizá alguien le llamó durante la preparación”, que es lo que realmente ocurrió.

Semanas antes de caer en la locura total, el Comentarista abre su propio blog, Elblogdelcomentarista, y empieza a contar las experiencias comunes desde otro punto de vista, y el Blogger entra en Elblogdelcomentarista y descubre que Comentarista realmente es el Amigo, que descubrió hace tiempo su blog, el blog del Blogger, y desde ese día empieza a autocensurarse, a poner muy bien siempre al Amigo, ya no le critica por quemar el pollo, y él también empieza a comentar en Elblogdelcomentarista como Bloggerman, y el Amigo, quiero decir, Comentarista, no se da cuenta de que Bloggerman es el Blogger, y van al cine, y el Amigo piensa “¿Qué comentará mañana el blog del Blogger sobre la peli, que pondrá Comentarista en el suyo?”, y el Blogger piensa “¿Qué responderá mañana Bloggerman cuando Comentarista comente esta peli en Elblogdelcomentarista?”, y .....................................

miércoles, 9 de julio de 2008

El libro de Job

Nos conviene leer con cierta frecuencia el Libro de Job, al menos su parte inicial en prosa.

Nos es fácil creer en Dios cuando todo va bien. Cuando no es así, cuando (por ejemplo) te angustia que la gente a la que quieres tome decisiones erróneas con su vida, puede aparecer la distancia entre Dios y tú. Es la típica queja de los ateos: ¿por qué Dios no evitará estas cosas? Casi diría que es como un test: si vienen mal dadas y sientes a Dios más cerca, es porque Él es el auténtico centro de tu vida; si lo sientes más lejos es, quizá, porque el centro de tu vida sigues siendo tú, por muchas Misas y Rosarios que haya.

...................

Para un niño de ciudad, como yo, la Naturaleza, incluso la pequeña Naturaleza envasada de las calles de Madrid, siempre vuelve a llevar a Dios. Me pasa como a Rousseau, pero no con el Ser Supremo, sino con Dios. El mes de julio provoca grandiosos atardeceres aquí, como el que vi antes de ayer, toda una avenida de árboles altísimos junto a la calzada, todos en fila, justo en el momento en que se iba a poner el Sol tras las casas. Cada uno producía una sombra gigante y larga, todas ellas concéntricas con el Sol que se iba, como en un sueño. Al instante recordé el Salmo, el fácil y conocido Salmo de las canciones de Misa: “El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace reposar, hacia fuentes tranquilas me conduce”.

lunes, 7 de julio de 2008

Párrafos de Julio. Sexo en NY

(No leas este párrafo si vas a ver la peli)

No sé cómo era la serie, pero la peli es una delicia de glamour: glamour de los infinitos trajes de las cuatro chicas, glamour de los pisazos en que viven, glamour de las tiendas a las que van, glamour de los restaurantes en los que comen, glamour de las calles que pisan. Lo raro es que nunca aparezcan trabajando o leyendo o llorando o yendo al banco, todo es charlar, comprar, comer, viajar a México, enamorarse y desenamorarse, charlar, comprar, comer, pasear al perro por la playa, charlar, comprar, comer (ah, y una vez una hace jogging). Pero da igual: hay escenas divertidas y hay escenas muy serias, como cuando una cruza todo Nueva York, nevado, en Nochevieja, para que su amiga separada no empiece el año sola. Gran mensaje 1: la única vida interesante es la que pasa en NY, con mucho dinero, con muchos trajes, con muchos amigos; quizá haya otros tipos de existencia (por ejemplo, en California), pero no se les puede llamar, propiamente, vida. Gran mensaje 2: no estamos hechos para el matrimonio, pero (curiosamente) sí para las relaciones sentimentales eternas.

sábado, 5 de julio de 2008

Simone Ortega

Esta semana ha muerto en Madrid, muy mayor, Simone Ortega. Yo he sentido esto como si hubiera muerto una familiar mía, algo lejana.

Simone Ortega se casó con un hijo del famoso filósofo español Jose Ortega y Gasset. En los años 70 del siglo pasado publicó el libro "1080 recetas de cocina", que pronto fue un enorme éxito: las mil ochenta recetas del título eran fáciles y baratas, en general, y dieron un toque francés a la cocina doméstica española. El libro fue sustituyendo, poco a poco, al que había sido el libro de cocina de la generación de mi madre, el recetario de la Sección Femenina de la Falange. Del libro de Simone se han vendido, hasta ahora, 3 millones de ejemplares, cifra fabulosa en España.

Cuando me fui a vivir solo, hace casi 15 años, mi madre tuvo que venir la tarde antes a mi nueva casa, a explicármelo todo. "Mira, esto es una plancha, esto es una tabla de planchar, esto es una camisa". "Mira, esto es una sarten, este líquido se llama aceite, esto es un huevo, así se fríe". De regalo final, me dió el libro de las 1080 recetas, sabiendo que me dejaba en buenas manos. Gracias a él, a su estilo fácil, paso a paso, aprendí a cocinar, y aún hoy sigo haciéndolo. Es como si un familiar o un amigo mío estuviera a mi lado, en la cocina, y me fuera llevando de la mano. "Mira, pon el arroz blanco a cocer, 12 o 15 minutos, no más, pues se pasa y es incomestible, no menos, pues se queda duro y es desagradable". "Mira, fríe la cebolla con cuidado, no te pases de tiempo ni te quedes corto, remúevela para que no se pegue, vigílala el color, cuida el tiempo". ¡Hasta logró que, tras cien intentos, me quedara bien la bechamel!! Aún hoy, tanto si hago una receta repetida como una nueva, sigo sus indicaciones paso a paso. Y, al hojear sus recetas, recuerdo mil ocasiones: "aquella noche vino a cenar tal persona, el día que hice esto había ocurrido tal cosa".

El libro ha sido, tambien, el barómetro de mi vida. En los meses buenos lo he utilizado bastante. En los meses muy buenos, me he atrevido a grandes cosas: "paella de bacalao y restos de cocido", "hojas de repollo rellenas de jamón York con bechamel". Y, en los meses malos o muy malos, el libro se ha quedado guardado en el cajón, y he caído en el mundo pavoroso del arroz blanco cocido y del filete a la plancha.

Espero que haya ido al Cielo, y que desde ahí sea la patrona de los cocineros inexpertos.

jueves, 3 de julio de 2008

Ingrid Bentancourt

El admirable Ejercito colombiano ha liberado a Ingrid Betancourt, secuestrada por los terroristas de las FARC durante seis años. Ha sido una operación limpia, sin muertos ni pagos, en que también se ha rescatado a otros rehenes.

El caso Betancourt ha sido seguido en España con interés: los periódicos y las teles hablaban de vez en cuando del tema. Lo hacían no porque fuera el único caso de secuestro, ni siquiera el más prolongado o el más inhumano, sino porque la prensa francesa se ocupaba del asunto: estuvo casada con un francés y sus hijos tienen esa nacionalidad. Esto ha permitido que la opinión pública española supiera que hay un país llamado Colombia, que están en una guerra civil de facto entre el Estado constitucional y la narcoguerrilla de las FARC y que hay cientos de inocentes secuestrados durante años y años, como era el caso de Betancourt. Es posible que si esta guerra de facto no acaba pronto, la opinión pública española olvide pronto el caso Colombia.

Sí, creemos que vivimos en un mundo en paz, donde todo va bien, salvo en Irak, pero qué malo que fue Aznar, y en algunos países hambrientos del África negra, cuyos nacionales perturban nuestras playas con sus pateras. Es preciso que haya casos tristes, de los que salen en la tele, para que nos enteramos (durante poco tiempo, eso sí) de que en otros sitios del mundo la gente lo pasa mal. Gracias al caso triste del niño Elián González nos enteramos de que en Cuba hay dictadura y hambre, y que hay gente que prefiere salir a nado, en una bañera de plástico, entre los tiburones, antes que seguir viviendo allí. Gracias a los viajes de la Princesa Diana supimos que en ciertas partes del mundo hay guerras con niños soldados, y minas que no se limpian, y niños que pierden los brazos y las piernas por pisar minas personales. Gracias al espía al que envenenaron con plutonio en Londres y a la periodista a la que mataron a tiros en Moscú supimos que Rusia no es, precisamente, el Estado más respetuoso con los derechos humanos.

Afortunadamente, todo eso ocurrió hace mucho, y ya se nos ha olvidado, el mundo vuelve a estar bien construido, de nuevo.

Me pregunto: ¿harán falta otra Ingrid Betancourt, otro Elián González, para que nos enteremos de las atrocidades cotidianas que se cometen en Sudán, en Líbano, en la China de los Juegos Olímpicos, en ...?

miércoles, 2 de julio de 2008

Párrafos de Julio. Las fotos

Voy a recoger las fotos carnet. De camino, ruego al Santo Patrón de las Cosas Bien Hechas: "Por favor, que me las den en una funda pequeñita". Y es que me gusta que cada cosa que compro tenga el envoltorio adecuado. "Si yo, por fin, tuviera mi papelería, habría una bolsa para cada producto, y cuando fuera a vender uno nuevo, encargaría nuevas bolsas: diminuta para el sacapuntas, gigantesca para el archivador, alargada para el boli, cuadrada para el taco de hojas, todas con la marca de la tienda. Luego, con los clientes habitales, discutiría si es mejor ésta o aquella: "Ésta no, que le va a quedar grande" "Sí, pero quiero que el cuaderno vaya haciendo ruido"". /// No hay suerte: me da la tira de las 4 fotos, sin recortar, y las mete en un sobre enorme, de los de correos; un poco más, y le pone el sello. Mis 4 caras, muy serias, se hunden en las profundidades oscuras. Ya fuera, recuerdo con melancolía las casas de fotos a las que iba de niño, con mi madre, cuando te las recortaban cuidadosamente, te hacían un montoncito, te las metían en una bolsa diminuta de papel de seda, te las daban diciendo "Toma, guapo".

martes, 1 de julio de 2008

Párrafos de Julio

Llega Julio, el mejor mes del año: hace muchísimo calor, no hay trabajo por la tarde, la gente se empieza a ir y a dejar vacías las terrazas, se van los niños, se iban los vecinos que ponían el aire acondicionado por la noche [ya no: uno murió, la otra se casó], todavía no estamos con el jaleo de los viajes de agosto, pero sí con su ilusión, hay teatro y cine al aire libre, vas por la calle por la noche y oyes el ruido de los platos y de la tele. // Saco el ventilador, como un belén tropical, hago la lista de los platos típicos que nos gustan en verano, saco la ropa fresca, tengo las ventanas siempre abiertas, las flores que compro se marchitan rápido. // Me digo: "No seas perezoso, no lo seas en el blog, intenta publicar al menos un párrafo diario.