martes, 30 de septiembre de 2008

Autobuses de Madrid

Basta con ir en el autobús en el lado contrario al que vas siempre (detrás del conductor, al otro lado del conductor) para ver un Madrid que hace mucho que no veías.

Basta con tener que ir un día en los asientos que van en sentido contrario a la marcha del autobús para tener una perspectiva de los edificios y de los coches que nunca habías tenido.

Basta con coger una línea que nunca habías usado para ver un Madrid desconocido, mucho más interesante que si te vas de viaje a Tailandia o a Brasil.

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Me gusta tanto ir junto a la ventana, viéndolo todo con mucha atención, olvidado del mundo, que no puedo comprender lo que hace tanta gente en los autobuses de Madrid: sentarse en el asiento junto al pasillo, dejando vacío el asiento junto a la ventana. Prefieren ir solos a ir viendo las calles. Creo que con ello se hacen la ilusión de que van en un taxi, solos. El truco funciona: antes que pedirles paso, la gente prefiere ir a asientos peores, o incluso, oh simplicidad, quedarse de pie.

Me gusta fastidiar a esta gente, pedirles que me dejen pasar. A veces te miran con odio, a veces miran hacia atrás, como diciendo "¿Es qué no hay sitios libres, es que me tiene que robar mi soledad?" A mí me da igual: porque me gusta ir junto a la ventana y porque me gusta castigar su afán de soledad, impropio de un transporte público.

Haber ahorrado más, haber trabajado más, haber pillado un taxi.

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No sé porqué, el otro día iba en el autobús tan melancólico, tan débil, que agradecí mucho que una señora se sentara a mi lado. Cuando al rato se quedo libre un asiento de los que van solos, me dio taquicardia: como se levante y se vaya allí, como me deje solo, me pongo a llorar. No sé si ella lo notó, pero lo cierto es que se quedó a mi lado, hasta que al rato fui yo quien la tuve que dejar sola a ella.

11 comentarios:

Ramón_Lozano dijo...

Yo también soy de los que aman ir al lado de la ventanilla e ir contemplando la ciudad. En Burgos siempre cojo el mismo y me conozco todo el recorrido de memoria pero aun así necesito ver la ciudad y descubrir cualquier cosilla nueva. Y cuando era pequeño e iba a Madrid siempre cogía el autobús porque así podía conocer un poco la ciudad. Ahora es cuando cojo el metro y hace años que no monto en un autobús urbano de Madrid, pero es por simple comodidad y rapidez. Cuando quiero conocer alguna zona lo hago caminando.

un saludo

Anónimo dijo...

Yo no suelo coger el autobús a no ser que esté muy perro, pero cuando lo hago también me gusta la ventana, pero de pié, haya sitios libres o no. Aquí en Jaén está todo muy cerca; mal asunto si un joven tiene que ir al centro en autobús...

Yo muchas veces me sorprendo. Habré pasado miles de veces por cada calle de Jaén, pero es que hasta en las principales vías, las que más frecuento, no es raro el día que me percato de algo que "ayer no estaba ahí", pero que siempre ha estado...

En Madrid es que es todo el mundo muy frío ¿no? Yo he estado varias veces y, aunque nunca he cogido el autobús, sí que he cogido el metro, y ahí todo el mundo va a su bola ...y sin alegría. Supongo que será la monotonía de un viaje tan largo durante todos los días, que acabará haciendo mella en la gente.

Saludos

p.d. Escribes tan rápido que cuando uno llega, aunque sea pronto, ya es tarde. Pero eso está bien.

AleMamá dijo...

Madrid, Santiago de Chile o la quebrá del ají, igual...andar en bus es una aventura para el que abra los ojos.
Justamente estoy preparando un post con un par de anécdotas en la micro, como les decimos en mi país.

Siempre he preferido la ventana para mirar, pero desde una vez que se me sentó al lado de afuera un orangután con cara de asaltante que podría haberme robado el alma sin que nadie interviniera lo pienso dos veces. Al lado del pasillo puedes cambiarte si no te gusta el vecino, o si te sientes vulnerable.

¿Por qué la pena, amigo? nos tienes acá. NO es lejos, te estimamos.
¡Sursum corda!

am dijo...

Mira, Fernando, qué te puedo decir. No conozco esa realidad en la que sobran asientos, casi nunca me pasa aquí. Pero cuando pasa, la gente sí se mueve para dejar pasar, tal vez uno se va acostumbrando más a eso de compartir el espacio, porque en el transporte público mexicano jamás, pero jamás existirá la posibilidad de estar en soledad.

Y es lo mejor sentarse en la ventana, haces bien con hacerlos rabiar.

Saludos!

Juan Ignacio dijo...

Ánimo, esperamos que ya andes mejor de esa tristeza.

Ventanilla es lo mejor. No importa si sólo o acompañado. Incluso si vas leyendo, para mirar en las pausas. A mí me gusta mucho ir al fondo, en ese sentido soy medio huraño. Y elijo mucho asiento solo. No que me moleste la compañía, pero soy muy alto y los asientos compartidos son "complicados" ya que no puedo abrir las piernas.

Anónimo dijo...

En Madrid no es que haya gente muy fría, es que hay mucha gente de todo tipo: fría, demasiado caliente, templada, ejecutivos, psicópatas... sólo son seguros los abuelitos. Los hay que se pasan la mañana dando vueltas en el bus, que tiene aire acondicionado (o calefación, según proceda).Así no gastan luz en casa, ven mundo y con suerte pegan la hebra un rato.

Para mí lo peor peor, los del móvil a voces, y qué racha llevo. Hay una ocupadísima, que debe de ser contratista de obras o decoradora o yo que sé, que lo coge en mi parada y, según se sienta, sujeta el móvil con el hombro, abre la agenda y empieza a dar órdenes, que me tiene desesperada. Un día que se me puso al lado, por no hacerle ese feo de cambiarme de asiento, me levanté y me bajé a esperar otro bus. Ahora, si la veo llegar, me espero a otro.

No estés triste, hombre, anímate, que es el otoño, que es así. Muy bien vista la fórmula al revés en casa de JB, ésa sí que es científica.

Fernando dijo...

Queridos Ramón, Sin Número, Alemamá, AM, Juan Ignacio y CB:

Qué alegría que, justamente vosotros seis, hayais respondido a este post.

Una de las mejores cosas de tener un blog es que luego vinculas las pequeñas cosas de tu vida, de las que has hablado en tu blog, a los blog-amigos que te han respondido: cuando esta mañana he ido a trabajar en el autobús, y en casi todos los asientos iba alguien sentado junto al pasillo y el de la ventana vacio, me he reido (por dentro) y, claro, me he acordado de vosotros.

Gracias por los ánimos, un mal día lo tiene cualquiera, y más en otoño.

(Querida CB, no entiendo tu último párrafo)

F.

Anónimo dijo...

¿No eres el mismo Fernando del comentario en el Blog de Jesús Beades sobre el texto de Péguy?

Anónimo dijo...

Oh¡¡¡

Qué observadora¡¡¡¡

La respuesta es yes.

F.

Carlos RM dijo...

Fernando, esta entrada está para encuadernar. Me ha encantado.

Vida dijo...

Un autobús es genial para un estudio sociólógico. Cuando tengo la suerte de ir sentada me pongo a observar a las gente e intento imaginar cómo son sus vidas. :)Es un buen entretenimiento. Aunque no es aconsejable mirar demasiado, jeje. La ciudad desde el autobús siempre parece distinta, es cierto. :)