jueves, 15 de enero de 2009

Catecismo (8): Santísima Trinidad

Parte 1, sección 2, capítulo 1, artículo 1, parágrafo 2, párrafos 232 a 267.

Jesús es Dios (Jn 1, 1), y se dirige a alguien distinto de Él, el Padre, que también es Dios (Mt 11, 27), y anuncia a alguien distinto de Él y del Padre, el Espíritu Santo, que también es Dios (Jn 7, 39) (Jn 14, 16-17) (Jn 14, 26), sin que por ello haya tres Dioses, sino sólo uno (Mt 28, 19) (1 Cor 8, 6-7). Hay una única naturaleza y tres personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esto, “misterio central de la fe y la vida cristiana” (pár. 234), es algo incomprensible para nosotros, imposible de llegar a ello por la razón (pár. 237). El Catecismo nos recuerda que el pueblo judío, en el Antiguo Testamento, desconoció totalmente esta gran verdad (pár. 237), aunque a veces llamara “Padre” (Deut. 32, 6) (Malaquías 2, 10) o “Espíritu” (Génesis 1, 2) a Dios. Fue precisa la Encarnación de Jesús y su Revelación para que se nos anunciara este gran misterio.

Para prevenir un error en el que es fácil caer, el Catecismo hace una aclaración importante en el pár. 253: “Las personas divinas no se reparten la única divinidad”, cada uno de Ellos no es un tercio de Dios, como a veces creemos, “sino que cada uno de Ellos es enteramente Dios”: Dios Padre es totalmente Dios, Dios Hijo es totalmente Dios, Dios Espíritu Santo es totalmente Dios.

El Catecismo narra cómo la Iglesia fue asumiendo este gran misterio (pár. 242 y 245-248). Para poder manejar esta materia tan compleja, utilizó los términos filosóficos “sustancia” o “naturaleza” (sólo una, Dios), “persona” (tres) y “relación” (pár. 252): el Padre lo es en relación al Hijo, el Hijo lo es en relación al Padre, y el Espíritu Santo lo es en relación a ambos, de los que procede (pár. 245 y 255) (y no sólo del Padre, como erróneamente creen los ortodoxos, pár. 247). “El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado y el Espíritu Santo es quien procede” (pár. 254, citando al IV Concilio de Letrán).

En fin, dos ideas más:

El pár. 239 recuerda en qué dos sentidos, análogos a los de la paternidad humana, Dios es Padre de todos nosotros: “Dios es origen primero de todo y autoridad trascendente y es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos”.

“El que da gloria al Padre lo hace por el Hijo en el Espíritu Santo,
el que sigue a Cristo lo hace porque el Padre lo atrae y el Espíritu lo mueve”
(pár. 259).

1 comentario:

maria jesus dijo...

Ya ando por aquí. Saludos Fernando