jueves, 5 de febrero de 2009

Spe salvi (III)

Esperanza y acción: riesgos del que actúa sin esperanza cristiana

Leyendo con atención el párrafo 35 vemos que Benedicto parte de un cierto pesimismo sobre el hombre que confía sólo en sus fuerzas:

-el hombre que actúa sin esperanza cristiana, sino por otros nobles fines, puede desanimarse y abandonar la tarea por el cansancio, o por las graves dificultades en esa lucha por un mundo mejor: “el esfuerzo cotidiano por continuar nuestra vida y por el futuro de todos nos cansa o se convierte en fanatismo”, puede desanimarnos “por frustraciones en lo pequeño o por el fracaso en los acontecimientos de importancia histórica” (pár. 35).

-en concreto, ese hombre bienintencionado puede sentirse desanimado porque los beneficios de ese mundo mejor no le van a tocar a él, sino a las generaciones futuras: “una esperanza que no se refiera a mí personalmente, ni siquiera es una verdadera esperanza” (pár. 30).

-en fin, incluso aunque se logren las metas propuestas, se ve que los problemas del hombre son más profundos que la solución de sus problemas materiales (con ser ésta muy importante): “Cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más allá de lo que nunca podrá alcanzar” (pár. 30). “Quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida” (pár. 27); “si no podemos esperar más de lo que es efectivamente posible en cada momento y de lo que podemos esperar que las autoridades políticas y económicas nos ofrezcan, nuestra vida se ve abocada muy pronto a quedar sin esperanza” (pár. 35).

Parte de estas citas vienen de la crítica a varias filosofías que ha habido a lo largo de la Historia, que ocupan los párrafos 16 a 23, empezando por la “ciencia y la praxis” de Francis Bacon, siguiendo con la Ilustración y acabando con la doctrina de Marx. Esta parte es, dentro de la encíclica, un breve curso de historia de la filosofía sin Dios, del pensamiento buscando una esperanza en sus propias fuerzas y fracasando.

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