jueves, 30 de abril de 2009

Puente

Queridos amigos:

Me voy de puente.

Sed buenos, leed, rezad.

Hasta la vuelta.

miércoles, 29 de abril de 2009

Colombia y Venezuela

Visita brevemente Madrid un hombre admirable, Álvaro Uribe, Presidente de un país heroico, Colombia. Con la guerra que los colombianos libran contra la narcoguerrilla, un periódico serio como el Times haría una saga homérica; en España no supimos que había guerra civil hasta la romántica liberación de Ingrid Bentancourt.

Su visita queda oscurecida por la de la Presidenta de Francia, Carla Bruni, acompañada de su marido; ya es mala suerte la coincidencia. Si a Carla la reciben el Congreso y el Senado reunidos en sesión conjunta, abarrotados, a Uribe le despachan con un Congreso medio vacío. Si a Carla y a su marido les invitan los Reyes a cenar en el Palacio Real y a comer los Zapatero en la Moncloa, al gran Úribe le despacha Zapatero con un café (sin pastas).

...

Perú da asilo diplómatico al líder opositor venezolano, Manuel Rosales, a quien el Presidente Chávez quiere meter en la cárcel; Chávez retira al Embajador y se enfada con Alán García, espero que no empiece a dar cobijo a Sendero Luminoso como (según se publicó hace tiempo) hace con las FARC. No conozco muy bien la historia que se atribuye a Rosales, pero me basta ver su foto y la de Chávez para saber quién tiene razón. Y, como siempre, la cobarde pasividad del gobierno español, mudo ante todas las violaciones de derechos humanos que perpetra el chavismo, incluso contra españoles: ¿por qué no ha sido Madrid el que ha ofrecido asilo a ese pobre hombre perseguido? ¿por qué no hace el gobierno una declaración institucional pidiendo seguridad jurídica, como haría si este señor fuera un alcalde palestino perseguido por Israel?

martes, 28 de abril de 2009

Catecismo: dos errores

De septiembre a enero estudié el Catecismo, y al hacerlo cometí dos errores:

Primero: Estudiarlo no para ser mejor cristiano o por curiosidad intelectual, sino para redactar entradas en este blog.

Segundo: En consecuencia, entender que debía escribir algo ingenioso sobre lo que leía, y que si no se me ocurría nada era mejor no publicar.

Vanidad de vanidades,
y todo es vanidad
.

Rectifico y recomienzo, con la ayuda de Dios.

domingo, 26 de abril de 2009

4.000.000

de parados en España.

Fernando, María, Juan Carlos, Alejandra, Juan, Ignacio, Ramón, María del Alma, María Jesús, Rafael, Enrique, Alejandro, Carmen, Pablo, Luis, Teresa, Marta, Paloma, Josefina, Javier, Esperanza, José Luis, Sofía, María de las Mercedes, Ibrahim, Ángela, Pelopincho, Adolfo, Miguel, Álvaro, Joan, Ana, Almudena, Antonia, Barak, Blas, Gustavo, Nicolás, Otto y Jesús.

(-Tendría que leer 99.999 veces más este post para ser consciente del drama.

-No, exactamente lo tendrías que leer 100.266 veces más, y repetir una vez más dos de los nombres.

-...)

jueves, 23 de abril de 2009

Élite

Por muy progresistas o revolucionarias que sean nuestras ideas, conviene poner momentos élite en nuestro día.

He aquí que en la oficina administrativa en la que paso las mañanas hay una cafetería-restaurante. La intención al ponerla fue buena: se trataba de que los funcionarios desayunáramos o comiéramos deprisa, sin escaparnos por la calle, y que volviéramos pronto a trabajar. La verdad es que esto no se logró: las marujas bajan a media mañana a desayunar (45 minutos) con sus abrigos y sus bolsos, y una vez bien comidas y contentas se largan a la calle, a ver tiendas y a comprar el pan (45 minutos más). Pero bueno, mientras no están en la ofician no gastan ni teléfono ni internet, algo se ahorra.

Los precios son subvencionados, claro. Tomarte un café en una cafetería de Madrid te cuesta, más o menos, 1,20 €; si además te tomas una tostada o un croissant o una pulga pagas (aproximadamente) 2,00 €. Pues bien, en mi cafetería el café te sale por 0,60 € y el desayuno completo por 0,85 €. No penséis que la diferencia [2,00-0,85 y 1,20-0,60] la pone la empresa concesionaria: la pone el Presupuesto de la Administración, o sea, los impuestos de los ciudadanos. Cada vez que pagas el IVA de una buena comida estás pagando la parte del desayuno de la maruja que no paga ella; cada vez que pagas el Impuesto Especial sobre el Alcohol por una botellita de anís pagas la parte de mi café que no pago yo.

Como la crisis ahoga también a la empresa concesionaria, la Administración ha tenido a bien una modificación de todo esto: si bajas a desayunar a partir de las 12 horas, el desayuno ya no vale 0,85, sino 1,10 €. Observa, oh lector paciente, que el desayuno sigue siendo más barato que en la calle, y que el aumento (1,10-0,85, 25 céntimos de €) es que no va a ningún sitio. Pues bien, el resultado ha sido el esperable: a las 11:45 se acumulan marujas, mecánicos y archiveros para desayunar, y a partir de las 12 no baja nadie o casi nadie.

Ahí viene, lector incansable, tu momento élite del día. No debes tomar tostadas ni pulgas ni croissants a media mañana, has de intentar -como lo intento yo- aguantar sólo con cafés hasta la hora de la salida; pero -si como me pasa a mí, a veces- no puedes más, resiste un poquito y baja de 12 y cuarto en adelante: te sentirás como un lord inglés en su club pagando esos 25 céntimos de más y teniendo la barra, los camareros y los periódicos gratuitos a tu exclusiva disposición.

domingo, 19 de abril de 2009

Las horas de los muertos

En el cielo y en el infierno ¿hay horas y semanas como las nuestras? El alma de un difunto, que no ve ni el sol ni la luna, ¿puede llevar la cuenta de los días que lleva salvado / condenado?

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Hace pocos días, frente a un portal cercano a mi casa, estaba aparcado el furgón marrón oscuro de la compañía funeraria de Madrid. A él se subían tres empleados, muy serios, con su traje de colores ridículos. Al pasar junto al furgón recé por el difunto que iba dentro, e hice un rápido cálculo: si murió hace dos horas, ya llevará una hora y cincuenta y ocho minutos en su nueva casa, sea el cielo, sea el infierno. Desde entonces, siempre que paso frente al portal, me acuerdo de él (o de ella, claro), y pienso: ya lleva dos días allí, ya lleva dos y medio, ya lleva tres, ... ¿Se habrá acostumbrado a su nueva situación o seguirá con la sensación de novedad?

Por la experiencia con algunos familiares míos difuntos sé que esto pasa rápido. Los muertos entran pronto en un tiempo difuso, sin distinción, porque como dejan de hacer cosas ya no tenemos puntos de referencia sobre ellos. Cuando un día nos llama alguien y nos dice "El lunes es el funeral por el 5º aniversario de la tía Josefina", nos quedamos sorprendidos: ¿ya hace tanto que murió?

¿Les pasará a ellos lo mismo? ¿Tendrán noción del tiempo que pasa, del tiempo que llevan ahí? La cosa es peor aún para ellos, pues no tienen una cuenta atrás (como en el servicio militar, como en la cárcel), no les queda un tiempo concreto sino toda la eternidad, qué vértigo.

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Benedicto XVI, es la Spe salvi, se distraía un poco del tema principal y daba su opinión sobre esto, en un tono de propuesta, de sugerencia: quizá la eternidad sea como un fogonazo, como un instante eterno, porque la idea de estar años y años metidos en el cielo, un día tras otro, una semana tras otra, durante siglos y siglos, puede resultar agobiante para nuestra cabeza.

martes, 14 de abril de 2009

Semana Santa en Valladolid

La Semana Santa en Valladolid es seria. Los niños nazarenos van callados, no reparten caramelos ni huevos de Pascua; nadie grita ¡¡guapa, guapa, guapa!! cuando pasa la Virgen, ni aplaude cuando se baila bien al paso.

La Semana Santa de Valladolid es espiritual. En medio de varias procesiones se iba haciendo el viacrucis, o se paraba y el capellán daba una homilía; todos los actos tenían en medio su meditación sobre la penitencia y la muerte. Ningún nazareno se salía de la procesión para ir a tomar algo a un bar.

La Semana Santa de Valladolid es ágil. No hay que llegar dos horas antes para coger sitio, como en Sevilla, aquí según llegas pasa la procesión y puedes ir a ver otra; hay una cantidad razonable de nazarenos, 60, 70, nada que ver con los dos mil de Andalucía o Murcia; la mayoría de los pasos van sobre ruedas, muy ligeros, rápidos, no hay que llevarlos a hombros ni tener que parar cada 20 metros.

Todo en Valladolid es tradición: la ofrenda de flores a la Virgen de los Dolores, cada cofradía y cada hospital y cada señora de luto con su ramo; el Santo Entierro, todo de verdad, los nazarenos de negro, los velones, la flauta, el cura con el alba, las cruces, el anochecer, el silencio, Jesús con la mirada perdida, como un entierro auténtico; el encuentro del Domingo de Resurrección entre Cristo resucitado y María, en la Plaza Mayor, con la suelta de decenas de palomas. Todo es aquí antiguo, es lo mismo que vería mi abuela, de niña, hace 100 años.

Y el choque con la vida actual. Los oficios de la noche del sábado fueron maravillosamente largos, de 11 a 2 de la madrugada; al salir de la Catedral, llenos de resurrección y de incienso, el barullo de los jóvenes (Valladolid tiene Universidad), con la gente algo bebida, con dos detenciones de la policía en medio de grandes gritos. Tomamos algo en una pastelería que cerraba ¡¡a las 5 de la madrugada!!

martes, 7 de abril de 2009

Valladolid

Queridos amigos, queridas amigas:

Me voy de Semana Santa a Valladolid, capital de Castilla-León.

El viaje tiene una pequeña dosis de amargura para mí. De ahí era mi abuela. Muchas veces me propuse invitarle a volver allí, para que nos contase cuál fue su colegio, dónde estaba su juguetería favorita, dónde conoció a mi abuelo, dónde compraba helados. Muchas veces me lo propuse, y muchas veces lo dejé pasar. Luego ella murió, y ahora, al volver, ya no puedo saber dónde estaban los rincones de su niñez o de su juventud.

Por pereza, no dejéis pasar este tipo de oportunidades.

Hasta la vuelta.

domingo, 5 de abril de 2009

El 14

¿No te ocurren a veces cosas imposibles? ¿No sientes que estás viviendo un sueño, pero despierto?

Cojo un autobús importante, el 14, el autobús que va por la gran avenida de la Castellana, en dirección al Santiago Bernabeu, a las 8 de la tarde de un día laborable, cuando mucha gente suele volver del trabajo e ir a su casa o a cenar. No va apenas nadie. Pasamos frente a la estación de Atocha, donde los atentados del 11 de marzo; pasamos frente al hotel Nacional y el jardín Botánico. Se va bajando gente y no suben otros nuevos. Cuando llegamos frente al Museo del Prado, me quedo solo.

Me hace gracia la coincidencia: es imposible ir solo en el 14, a las 8 de la tarde de un día laborable. Imposible, nunca me ha ocurrido. Es, seguro, una coincidencia: seguro que en la siguiente parada, en la fuente de Neptuno, se sube gente. Pero no sube nadie. Qué raro.

No sube nadie en Cibeles, ni sube nadie en la Biblioteca Nacional, ni sube nadie en la plaza de Colón, la de las Misas de la Familia. Voy solo, solo. Hay gente esperando en las paradas para otras líneas, pero nadie sube al 14. Insisto: esto es algo imposible a las 8 de la tarde. No hay fútbol ni ningún programa especial en la tele que justifique esto.

Iré solo el resto del camino, hasta pasar más allá del Santiago Bernabeu, donde siempre suben y bajan extranjeros que van a ver el estadio. Hoy no, y cuando yo me bajo el autobús parte solo, sólo con el conductor.

Me hago dos preguntas, que aún hoy no me he podido responder:

1ª- ¿Me habrá querido Dios decir algo con este pequeño milagro?

2ª- ¿Qué cuento podría escribir con la condición de no meter más viajeros?