jueves, 23 de abril de 2009

Élite

Por muy progresistas o revolucionarias que sean nuestras ideas, conviene poner momentos élite en nuestro día.

He aquí que en la oficina administrativa en la que paso las mañanas hay una cafetería-restaurante. La intención al ponerla fue buena: se trataba de que los funcionarios desayunáramos o comiéramos deprisa, sin escaparnos por la calle, y que volviéramos pronto a trabajar. La verdad es que esto no se logró: las marujas bajan a media mañana a desayunar (45 minutos) con sus abrigos y sus bolsos, y una vez bien comidas y contentas se largan a la calle, a ver tiendas y a comprar el pan (45 minutos más). Pero bueno, mientras no están en la ofician no gastan ni teléfono ni internet, algo se ahorra.

Los precios son subvencionados, claro. Tomarte un café en una cafetería de Madrid te cuesta, más o menos, 1,20 €; si además te tomas una tostada o un croissant o una pulga pagas (aproximadamente) 2,00 €. Pues bien, en mi cafetería el café te sale por 0,60 € y el desayuno completo por 0,85 €. No penséis que la diferencia [2,00-0,85 y 1,20-0,60] la pone la empresa concesionaria: la pone el Presupuesto de la Administración, o sea, los impuestos de los ciudadanos. Cada vez que pagas el IVA de una buena comida estás pagando la parte del desayuno de la maruja que no paga ella; cada vez que pagas el Impuesto Especial sobre el Alcohol por una botellita de anís pagas la parte de mi café que no pago yo.

Como la crisis ahoga también a la empresa concesionaria, la Administración ha tenido a bien una modificación de todo esto: si bajas a desayunar a partir de las 12 horas, el desayuno ya no vale 0,85, sino 1,10 €. Observa, oh lector paciente, que el desayuno sigue siendo más barato que en la calle, y que el aumento (1,10-0,85, 25 céntimos de €) es que no va a ningún sitio. Pues bien, el resultado ha sido el esperable: a las 11:45 se acumulan marujas, mecánicos y archiveros para desayunar, y a partir de las 12 no baja nadie o casi nadie.

Ahí viene, lector incansable, tu momento élite del día. No debes tomar tostadas ni pulgas ni croissants a media mañana, has de intentar -como lo intento yo- aguantar sólo con cafés hasta la hora de la salida; pero -si como me pasa a mí, a veces- no puedes más, resiste un poquito y baja de 12 y cuarto en adelante: te sentirás como un lord inglés en su club pagando esos 25 céntimos de más y teniendo la barra, los camareros y los periódicos gratuitos a tu exclusiva disposición.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien dicho y muy bien escrito.
Me gusta tu blog.
Saludos

Roberto Gómez dijo...

¿Hay "marujos"?.

Un abrazo.

Juan Ignacio dijo...

Se disfrutó como si estuvieramos allí...
(Por cierto, eso de "marujas" es muy gracioso).

Fernando dijo...

Hola, Eterno, gracias, qué nombre más triste el tuyo, ¿no?

Hola, Roberto, gracias; claro que los hay, yo soy uno de ellos.

Hola, Juan Ignacio, simpático, en España es una palabra de uso corriente, ni peyorativa ni admirativa.

Ramón_Lozano dijo...

Cada día descubre más cosas que pagamos unos y otros se aprovechan. Cierto es que por 25 céntimos más tiene que saber bien el trato personalizado sin aglomeraciones.

Saludos