viernes, 27 de noviembre de 2009

Moscosos

Dos mañanas felices de moscosos (1), libre por el centro de Madrid.

Empieza a hacer malo, llueve ligeramente.

Cola en el Gobierno Militar, la mitad son emigrantes sudamericanos en busca de trabajo. Cola en el Ministerio de Justicia, la mitad son -de nuevo- emigrantes sudamericanos en busca de papeles.

Avanza la virtud en Madrid: han cerrado un sex-shop en la Calle Mayor, han puesto una tienda de recuerdos, sevillanas bailando flamenco, paellas magnéticas y estatuas de Cibeles.

Muerte y vida: paso frente a la papelería donde encargamos los recordatorios de los difuntos de la familia, paso frente a la Catedral Militar en la que se casó uno de mis hermanos.

Por el cielo plomizo hay bandas de pájaros grandes que huyen -por fin- a África, formando como una gran cuña.

En la Catedral, solo. Un sacristán joven me mira con sospecha cada vez que nos cruzamos.

En una exposición en el Palacio real, solo: la colección de pequeños bronces que atesoraron los Reyes de España durante siglos.

Junto a la Plaza Mayor, un grupo de adolescentes, sin duda fugados del instituto, dudan si entrar en una tienda de bocadillos en cuyo escaparate pone (con letras enormes) "Bocata de calamares: 2,30 euros". Uno se asoma, pregunta "perdone, cuánto cuesta un bocata de calamares" "2,30 euros" "ah, gracias" y se van, confusos.

Manifestación ridícula de los bomberos de Madrid, en bici, con sus cascos brillantes, daban un poco de risa, tan grandes sobre sus pequeñas bicis.

Visito la librería del Círculo de Bellas Artes, recuerdo la frase de no sé quién: se publican demasiados libros.

En el Parque del Retiro, en el gran lago cuadrado, los patos aterrizan planeando, los peces rojos saltan desde lo profundo, un árabe toca cosas tristes en un acordeón. Voy a ver los pavos reales, tengo suerte y despliegan los plumajes.

Soy feliz.

..........

(1) "Moscosos": días que los funcionarios españoles podemos coger sin tener que justificar para qué los queremos y que ha degenerado en más días de vacaciones, a lo largo del año. Son, una vez más, motivo de escándalo para los empleados de la empresa privada, pero a ver quién se atreve a tocarlos. Toman su nombre del Ministro socialista que lo creó, Javier Moscoso, en torno a 1985.

10 comentarios:

alejops dijo...

Genial paseo, Fernando.

¿Te gusta la Almudena? ¿Por dentro, por fuera? ¿La sientes acogedora para la oración?

Tengo muchísimo cariño a toda esa zona de Madrid.

am dijo...

Quisiera tener uno de esos días. No tener que dar explicaciones por un sólo día al año. No pediría más.

maria jesus dijo...

Si Dios quiere, el próximo domingo me voy a regalar un día así

AleMamá dijo...

Qué feliz te acompañaría en tus paseos, Fernando. Describes todo con gracia. Lo haces especial. Además, yo no conzco de Madrid máa que el aeropuerto de Barajas, donde me quitaron unos líquidos que se me olvidó poner en otro sitio.
Saludos

Fernando dijo...

Hola, Alejops, la catedral es objetivamente fría, poco humana, pero es mi catedral, donde me siento como en mi casa.

Hola, AM, anímate, hazte funcionaria mexicana. ¿Ellos no tienen moscosos?

Hola, María Jesús, qué día más raro para coger moscoso.

Hola, Alemamá, seguro de de alguna forma conoces Madrid bien, por las cosas que te haya contado tu hijo, ¿no?.

Milkus Maximus dijo...

Con semejante espíritu de percepción, Buenos Aires te encantaría.
Cuando te tenemos por aquí? ;)

Fernando dijo...

Todo se andará, Milkus.


Gracias por tu comentario.

Juan Ignacio dijo...

De envidia los criticarán.

Además no saben que generan entradas de blog, y a veces quizás la gente pueda tomar más provecho de unas pequeñas reflexiones o testimonos de la persona que de alguno de los trabajos del funcionario.

Embajador dijo...

Que curioso, una hermana mía se caso en la Catedral Castrense con un sujeto que tiene un hermano que se llama Fernando. ¿Tu hermano no será artillero y tu padre marino, verdad?.

De la Almudena lo que más me gusta (y me gusta de verdad) es la cripta. Uno se imagina aparecer a D.Pelayo por detrás del altar mayor de un momento a otro.

Fernando dijo...

Querido Juan Ignacio, en general no lo sé, pero desde luego que en mi caso sí que es así como decís: la sociedad saca mucho más provecho de este blog que de mi labor funcionarial.

Querido Embajador, qué susto, pero no, los militares eran la familia de mi cuñada, no la de mi hermano. Y, sí, la cripta es maravillosa, sobre todo cuando está poco iluminada, Don Pelayo no sé si saldrá, pero María de las Mercedes parece estar rezando a la Virgen de la Flor de Lis, gran advocación.