miércoles, 31 de julio de 2013

Muchacha

Los primeros días no te das cuenta de que sube al autobús una muchacha nueva.

Un día eres consciente: "esta chica se sube siempre en esta parada". Lleva una carpeta, debe estar yendo a una academia veraniega para suspensos.

Comienzas a esperar con ansiedad su parada, todas las mañanas. Si sube, te quedas tranquilo; si no sube, te quedas triste.

Pronto te imaginas su vida y su carácter, todo positivo, sus amigas, su risa, la falta de preocupación por el dinero o el trabajo, el interés por todo lo que pasa, el baile, los chicos, el olvido de la muerte.

En realidad, sólo la ves en dos momentos, pues tú siempre te sientas delante y ella siempre se sienta detrás: cuando ella sube (y ni te mira) y cuando tú te bajas por la puerta del centro (y ni te mira).

Una mañana, cuando ibas hacia la salida, ella estaba dormida, con la boca entreabierta y la carpeta a punto de caer. Deseaste que se cayera (la carpeta), poderte agachar, cogérsela, dársela, pero no ocurrió.

Otra mañana, fría, comprendiste que tú tienes 47 años, casi 48, y que ella tiene ¿15, 16? Comprendiste que podría ser tu hija o una amiga de tu hija, si la hubieras tenido.

viernes, 19 de julio de 2013

Madrid

Una tienda se presenta como "perfumería de sustitución": quiere decir que venden malas imitaciones de buenos perfumes.

Como entonces, sigue la cola de gente gris esperando su periódico gratuito. Cada vez hay más, ya doblan la esquina.

En la radio: una señora pide la "calendarización de los pagos" que le debe la Administración (es decir: que se comprometan con un calendario de pagos). Por si fuera poco, lo repite otras dos veces durante la entrevista.

En la gasolinera atiende una rubia alta, delgada, de pelo rizado, sin uniforme, con tacones de casi un palmo. Los conductores le sonríen. Parece el inicio de una peli porno.

martes, 16 de julio de 2013

Frailes

Sigo leyendo sobre la historia de España en el siglo XIX.

El 17 de julio de 1834 había una epidemia de cólera en Madrid, cada día morían decenas de personas, la Corte y el gobierno habían huido. Alguien (¿los masones?) divulgó que los culpables eran los frailes, que echaban veneno en el agua. Una multitud se volvió loca. Sucesivamente asaltaron el Colegio Imperial de San Isidro (jesuitas) y los conventos de Santo Tomás (dominicos), San Francisco (franciscanos) y San José (mercedarios), sin que la policía hiciera nada. Fueron matando frailes y legos, entre 75 y 100, de forma violentísima y salvaje. Aprovechaban para destruir imágenes u objetos sagrados. Sólo se tranquilizaron al caer la noche. Al día siguiente el ejercito impidió nuevos desórdenes.

Fue la primera matanza anticlerical de la historia de España.

Paseo por la zona. En el antiguo convento de franciscanos hay ahora un delicado jardín municipal de dalias. Donde estaban los jesuitas se levanta el instituto de San Isidro, cerrado por las vacaciones escolares. El convento de Santo Tomás ardió a finales del XIX, ahora está ahí la iglesia de Santa Cruz, con la muy venerada imagen de San Judas Tadeo, patrón de las causas imposibles. En fin, en el solar del convento de los mercedarios está la plaza de Tirso de Molina, llena -a esa hora de la tarde- de gente de aspecto muy sospechoso.

Todo es calor y silencio. Apenas hay nadie por la calle.

En ninguno de los cuatro lugares hay ninguna placa que recuerde aquellos hechos o a los muertos. La vida siguió. Durante décadas la Iglesia española temió, detrás de cada levantamiento liberal, que se volvieran a producir sucesos como los de aquel día.

lunes, 8 de julio de 2013

Militares

Fui en tren a Aranjuez, al Palacio Real de verano.

A la vuelta, en Valdemoro, se subieron cinco militares jóvenes, con el pelo muy corto. Sentí volver a una España perdida hace muchos años. Hablaban -con risas- del comandante hijoputa (al que querían), del rancho que les habían dado en la cena del viernes, de la imaginaria en la madrugada, de las bromas zafias en el momento de levantarse. Hacía años que no oía nada así: desde que el gobierno Aznar abolió el servicio militar obligatorio. Iban muy limpios. Por el acento deduje que todos eran de dos regiones pobres: Galicia (al norte) y Andalucía (al sur), pero uno de los gallegos resultó ser de Asturias y uno de los andaluces de Extremadura. No conocían bien Madrid, se ve que habían llegado hace poco. Ni ellos se atrevieron a preguntarme ni yo me ofrecí a ayudarles, por timidez.

Todo les parecía divertido. Bastaba con vivir ese día.

(Se lo conté a un amigo y me corrigió: si se subieron en Valdemoro no eran militares, sino guardias civiles (cuerpo de vigilancia de naturaleza militar)).

lunes, 1 de julio de 2013

1 de julio

Sólo queda una tarea pendiente,
fácil:
recoger los jerseys del tinte,
airearlos,
guardarlos.

Empieza mi verano.