viernes, 17 de enero de 2014

Paréntesis

Queridos amigos:

Van a operar a mi madre, así que estaré unos días lejos del blog.

Rezad por ella.

Hasta pronto.

martes, 14 de enero de 2014

Evangelii gaudium

Leo con mucho arrepentimiento la exhortación del Papa Francisco Evangelii gaudium (Alegría del Evangelio). Su tema principal es la evangelización que hemos de hacer todos los cristianos.

"Aunque recen, muchos agentes pastorales desarrollan una suerte de complejo de inferioridad que les lleva a relativizar u ocultar su identidad cristiana y sus convicciones. Se produce entonces un círculo vicioso, porque así no son felices con lo que son y con lo que hacen, no se sienten identificados con su misión evangelizadora, y esto debilita la entrega" (párrafo 79).

Veo denunciados en el texto mi tibieza, mi falta de conversión profunda, mi egoísmo.

"Si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos o largas instrucciones. Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús" (párrafo 120).

Es posible que Francisco no sea tan intelectual como Benedicto: pero en este texto claro nos pega un fuerte aldabonazo para la conversión, para tomarnos la evangelización en serio, en un mundo que vive de espaldas a Dios. Es un grito para la reforma radical de cada uno de nosotros.

"¿Qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer? Si no sentimos el intenso deseo de comunicarlo necesitamos detenernos en oración para pedirle a Él que vuelva a cautivarnos. Nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial" (párrafo 264).

El texto es optimista del principio al final. ¿No cumplimos con lo que Dios quiere? Francisco llama (en los párrafos 25 a 33) a una conversión de las parroquias, de las diócesis, de los movimientos, del propio Papa.

"¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o de rodillas ante el Santísimo, y simplemente ser ante sus ojos!" (párrafo 264).

"Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida" (párrafo 274).