miércoles, 22 de octubre de 2014

Whisky

Compro mi champú amarillo. Me lo llevo sin bolsa, en la mano.

Cojo el Metro.

Noto que algunos viajeros y algún segurata me miran raro. Al reflejarme en el cristal del tren que llega comprendo por qué: puede parecer que llevo una botella doméstica llena de whisky.

Viajo muy recto, con la espalda separada de la pared del vagón, y al llegar a la estación camino con paso firme y amplio: que nadie piense que he empezado a beber tan pronto.

lunes, 20 de octubre de 2014

Milagro en La Coruña

Mi equipo, el Deportivo de La Coruña,
que iba el último en la Liga
gana al Valencia (3-0)
que iba el segundo
y sale -por ahora- de la agonía.

lunes, 13 de octubre de 2014

Cardenal, Retiro, desfile

Misa de despedida al Cardenal Rouco, que ha sido Arzobispo de Madrid durante 20 años. La Catedral está abarrotada y al final le aplaudimos un buen rato.

En la homilía dice una frase misteriosa: que no es necesario tener el don de profecía para adivinar que vienen tiempos de prueba para la fe en nuestra Patria, en la Comunidad de Madrid y en nuestra ciudad.

...

Paseo por el Parque del Retiro. Extrañamente, simbólicamente, en medio de los árboles otoñales hay un castaño al que le han salido flores y hojas jóvenes verdes.

Una bandada de pájaros verde-claros, raros en Madrid, pegan gritos. Alguien me dice que son cotorras de las que se ha cansado su dueño y las ha soltado.

...

Desfile militar de la Fiesta Nacional. Como siempre, los más aplaudidos son los de la Guardia Civil y la Legión. Como siempre, los más simpáticos son los cuerpos de montaña, todo de blanco, hasta los esquíes.

jueves, 9 de octubre de 2014

Funcionarios

Este post es más largo de lo habitual porque es autobiográfico. Lo he escrito con el corazón.

Yo vivía feliz y tranquilo en mi oficina de la Administración.

Un día me llamó una jefa. Me dijo que la Jefa Suprema valoraba mucho mi trabajo y quería confiarme más responsabilidades: que los funcionarios Señor A y Señora B pasaran a depender de mí. Esto me halagó mucho y me fui muy contento a casa.

Días después me visitó -furiosa- la Señora B y me descubrió la historia. No era cierto lo que me habían dicho. Simplemente, el Señor A -jefe suyo antes y a partir de ahora- se llevaba mal con su jefa, había que cambiarle de oficina y me había tocado a mí como le podía haber tocado a la Biblioteca o al Archivo. Quedé muy desilusionado.

Se hizo el cambio.

Casi todas las funciones que tenían en la oficina antigua se quedaron allí. Pongo una metáfora sobre el trabajo que se trajeron: imaginemos que a su despacho llegara una caja con bolas naranjas y que hubiera que meter cada una en una caja azul. Parece un trabajo bonito, de no ser porque llegan pocas bolas naranjas: 10 o 12 cada mañana. Si tardas en embalar cada una 10 minutos, te salen unas 2 horas de trabajo. ¿Y el resto del tiempo?

Sentí compasión por ellos, sobre todo por la Señora B, que en la oficina anterior hacía cosas importantes. También sentí solidaridad porque -de alguna forma- esto es lo que me pasó a mí hace muchos años. En aquel momento lejano yo supe encontrar entretenimientos distintos de embalar bolas en cajas.

Ante el problema del Señor A y la Señora B se me ocurrió que estaría bien, tras meter la bola naranja en la caja azul, envolver ésta en papel blanco. Si se tardaban 10 minutos más ya se ocupaban otras 2 horas. Fue divertido un tiempo, hasta que un jefe me hizo ver que eso daba más trabajo al funcionario encargado de sacar la bola naranja de la caja azul pues tendría que romper el papel blanco y perder tiempo. Se acabó el juego.

También se me ocurrió que estaría bien hacer una foto de cada bola, imprimirla, anotarla y guardarla en un álbum clasificatorio. Fue divertido un tiempo, hasta que la Señora B nos hizo ver que eso no servía para nada y no le interesaba a nadie. Se acabó el juego.

Poco a poco va cayendo el silencio en la oficina del Señor A y la Señora B. Han de encontrar su propio juego, su propio entretenimiento, igual que miles de funcionarios en Madrid, igual que millones de funcionarios en España. Ninguno es culpable de la mala organización de las Administraciones, todos han de encontrar una ocupación para evitar caer en la locura y en la depresión.

En cuanto a mí, he vuelto a vivir feliz y tranquilo en mi oficina de la Administración.

lunes, 6 de octubre de 2014

Ira

Voy a la parada del autobús. Pone un cartel: "Parada temporalmente sin servicio". Lo firma la Empresa Municipal de Transporte. No dice el motivo. Busco alrededor una parada supletoria. No la hay. Decido caminar hacia la parada anterior, qué fastidio.

Cuando llevo una manzana [cuadra] veo venir dos autobuses, uno de ellos el que iba a coger. Me vuelvo, me fijo. Ambos paran en la parada, de ambos se bajan viajeros. Ambos se van.

Vuelvo con mucha ira,
odio a la alcaldesa,
odio a la EMT,
arranco el cartel mentiroso,
lo hago pedazos,
los tiro al suelo.

Al rato llega mi autobús.
Llego a tiempo.

miércoles, 1 de octubre de 2014

En Madrid

Guardo el ventilador, los nikis veraniegos y las bermudas veraniegas. ¿Qué habrá sido de mí, qué habrá sido de España cuando vuelva a sacarlos en mayo o en junio?

El camarero está contento. Le cuanta a un compañero que le han dado el primer billete nuevo de 10 euros que entró en la cafetería, eso da buena suerte, ya le tocó el primero nuevo de 5 euros. Otro camarero le ha ofrecido comprárselo por 15 euros, él se ha negado, quiere tener suerte.

Voy a la óptica, la patilla de la gafa está floja. Me la arreglan con un pequeño destornillador. Luego la ceremonia de siempre. "Gracias, ¿cuánto es?". Sé que me va a decir nada, pero lo pregunto. "Nada, es una atención con nuestros clientes". "Ah, qué amable, gracias".

Mientras espero el autobús suenan el himno nacional y música militar. Va a haber un pequeño desfile en el Cuartel Central de la Armada.  Estoy desanimado por España y no me acerco. La  señora que espera a mi lado canta por lo bajo: "Tú nos dijiste que la muerte / no es el final del camino / que aunque morimos no somos / carne de un ciego destino". Debe ser hija o esposa de militar. Sus niños la miran asombrados. Yo finjo indiferencia.

Hay un pescadero nuevo. Su afán es que cambies de idea. "Deme una merluza". "Reina, la pescadilla te sale mejor". "Quiero atún." "Guapa, el bonito tiene más sabor". Pero yo tengo una idea clara y no quiero discutir. Hay suerte, me toca el antiguo. "Quiero esa pescadilla". "Muy bien". "La quiero en rodajas". "Muy bien". "Con la espina". "Muy bien". "Sin la cabeza". "Muy bien".