martes, 25 de abril de 2017

Nietos, franceses, foso

Comienzo una nueva etapa de mi vida: por primera vez alguien me pregunta si tengo nietos.

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El domingo paso frente al Instituto Francés en Madrid, colegio electoral de las presidenciales. Todo es orden: hay tres puertas, en cada puerta una gran banderola con los electores que votan en cada mesa ("De Arab a Deschamps"), bajo cada banderola una empleada del Consulado, junto a cada empleada una fila de franceses pacientes. Me choco con uno y me sonríe, comprensivo. Entro en una cafetería cercana, todos hablan bajo, todos hablan francés, nadie va mal vestido, nadie habla por el móvil, siento que he vuelto a París.

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En el parque de El Retiro han vaciado de agua el foso de la estatua del general Martínez Campos. Tengo la tentación de saltar dentro y cruzarlo andando, siempre volvería a recordar este día, pero no me atrevo.

viernes, 21 de abril de 2017

Banquera

Me llama para despedirse la banquera que me atendía en el Banco Santander: la llevan a otra sucursal. Está triste. El gesto me emociona. Vivimos en una sociedad brutal, vas siempre a una cafetería, eres amable, un día llegas y la han cerrado, nadie te dijo "adiós" el día anterior. No eres nada para casi nadie, sólo vales los euros que gastas ahí. Que Dios ayude a mi banquera. 

miércoles, 5 de abril de 2017

Mosca, libro, felicidad

Ya limpió el portero el cadáver de la mosca. Me dio pena no volver a verla.

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Leo un libro que leí en el bachillerato, Entre perros y lobos, de Gilbert Cesbron. Me gustó mucho entonces y me vuelve a gustar mucho ahora pese a que en medio han pasado... ¡35 años! Narra la vida de un joven profesor francés de izquierdas, muy crítico con la Guerra de Argelia. Es acusado de cobarde y decide alistarse como oficial del ejército. En medio del horror vuelve a ser cristiano y se hace no-violento. Es condenado a varios años de cárcel.

El valor, la solidaridad, la política, la ética, la amistad, la fe, de todo se habla muy seriamente, intentando llegar al fondo de cada cosa.

Lo que más me ha enternecido ha sido encontrar las anotaciones, con mi letra de los 18 años, corrigiendo errores: "hombres" por "nombres", "ideales de 1889" por "de 1789", "quinceavo" por "decimoquinto". Está claro que ya entones yo era un perfeccionista y que ningún trabajo que hagamos es nunca inútil.  

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Basta con que un día no te duela nada para que seas feliz.